miércoles, 8 de julio de 2009

De los sabores que se van para siempre III

Golosas y queridas lectoras, amables y golosos lectores:
Continuamos con la entrega de esta serie de alimentos de la nostalgia, en esta ocasión deseo hablarles de los sabores que nunca probamos, pero que extrañamos. ¿cómo puede suceder eso? Muy fácil. Gracias a la tradición oral.
Un día tu papá les platica que cuando estudiaba la prepa, había un puesto de garnachas y huaraches buenísimos, con su "buen" de frijoles dentro y una salsa verde molcajeteada que era la delicia de profesores y estudiantes; Chonita no escatimaba en la colocación del quesitoconcebolla (así, todo junto), platica sabrosa en verdad.
Paralelamente, otro papá, en digamos, Guadalajara, durante la cura del bautizo de ayer, dicho papá les cuenta de unas tortas ahogadas "de a deveras" no las porquerías que estan comiendo en ese momento con salsa aguada y una miseria de carnitas, les comienza a contar de unas tortas ahogadas cerca del Parque Colomos, "bien llenísimas" de carnitas y con tres salsas a escoger y las tres igual de sabrosas. La tendencia de uno en general de hablar de comida cuando uno come.
A la semana siguiente (paralelamente) ambos papás se despiertan tempranito, hacen un ruido espantoso y se ponen a cantar, entran a las recámaras de sus respectivos vástagos y les informan que los van a llevar a almorzar a donde les platicaron.
Dos familias chinguiñosas, desmañanadas en domingo, pero muy contentas cruzan sus respectivas ciudades (los de México viven en Coyoacan y los de Guanatos en realidad viven en Tonala) así que, como les decía cruzan sus respectivas ciudades para descubrir, ambos al mismo tiempo que después de un recorrido considerable, la plática en el carro girando a los respectivos manjares que se van a zampar, que en donde estaba el puesto de Chonita, en el centro de la colonia Jardín Balbuena existe actualmente una vulcanizadora y que en el parque Colomos los puestos callejeros fueron reubicados hace casi diez años. Ambas familias, suspirando y tristes regresan a sus respectivos hogares, con un antojo insatisfecho y un probable grano en la lengua. Pero en el mejor de los casos seguirán su antojo y olfato a un sucedaneo, algún otro puesto de tortas ahogadas o de huaraches con salsa verde y quesitoconcebolla, aunque no es igual. Pero a veces, los dioses culinarios son benevolentes y tal vez cada familia, encuentre un nuevo delicioso lugar al cual acudir cada vez que el antojo llegue y deseen generar, a partir de ahí nuevos recuerdos.

3 comentarios:

Zovec dijo...

ahh las tortas ahogadas, solo en monterrey hay una temporada para poder degustarlas...
en la feria de la virgen de guadalupe mmmmmh me va a salir un grano en la lengua.....

Suzette Matadamas dijo...

jajaja.
Este post me hizo recordar algo que mi papá comentaba:
El en su época de secundaria, le gustaba ir a comer al Mercado 20 de Noviembre de Oaxaca.
El decía que la dueña del local donde comía tenía un sazón único, y que acudía ahí por eso y por que como su hija le "tiraba la onda" a mi papá, le servía lo doble en su plato,
jejeje. Saludos

Angiepoquianchi dijo...

Mi papá siempre nos cuenta de esa clase de lugares, porque el anduvo por toda la república, mmm pero sí hemos comido en unas carnitas que nombreee sonla pura neta.

Yo acá les platico de los hot dogs de aguascachondas con un kilo de cebolla, se me antojaron reteharto!!